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El alcoholismo es definido como un trastorno conductual crónico, manifestado por repetidas ingestas de alcohol, excesivas respecto a las normas dietéticas y sociales de la comunidad y que acaban interfiriendo la salud o las funciones económicas y sociales del bebedor, hay pérdida de libertad ante el alcohol, es decir, la incapacidad para decidir hasta cuándo tomar. En la historia se recoge el alcoholismo como la primera enfermedad y el segundo problema social recogido en La Biblia, al señalar a Noé como víctima de dicho tóxico, y los conflictos con su hijo Ham como la primera repercusión familiar de una droga. En 1849, (Magnus Huss) instauró la categoría de alcoholismo, con la inclusión de dicha toxicomanía en el ámbito médico. El Consejo Nacional sobre Alcoholismo y Drogodependencia de los EE. UU. y la Sociedad Americana de Medicina de las Adicciones definen el alcoholismo como una enfermedad primaria y crónica, con factores genéticos, psicosociales y ambientales, que influencian su desarrollo y sus manifestaciones. 

Las drogodependencias constituyen un problema social de carácter universal. El uso de las drogas entre las que se destacan las bebidas alcohólicas comienza a plantearse como problema social colectivo, cuando se dan circunstancias sociales y culturales que fomentan y hacen posible su uso generalizado. En su desarrollo histórico han influido patrones culturales, sociales, religiosos, tabúes ancestrales, etc. Afectan a toda la población sin distinción de sexo, raza, cultura o credo.

El consumo de alcohol en los adolescentes se ha convertido en un problema de salud pública y de la sociedad en general. Múltiples son los factores que lo condicionan entre los que se destacan, el bajo nivel cultural el cual influye de forma negativa (baja percepción del riesgo), creencias o tabúes (de que el alcohol les facilita diversión, ser más sociables, comunicativos e incluso más fuertes), las conductas antisociales, conflictos en la sexualidad, problemas de identidad, baja autoestima, tendencia a la depresión y al aislamiento e impulsividad.

La adolescencia es la etapa de la vida de paso de la infancia a la edad adulta. Dicha etapa es propicia para la adquirir hábitos y actitudes, en especial el uso de sustancias adictivas que pueden perdurar en la adultez si no son bien manejadas, y llegan a afectar la salud del individuo y la sociedad. En esta etapa pueden iniciarse estilos de vida no saludables que ponen en riesgo la calidad de vida. 

Los adolescentes no son conscientes de los riesgos que entraña el consumo excesivo de bebidas alcohólicas. Los menores de edad tienen fácil acceso y beben incluso con el consentimiento de sus padres. No solo beben por placer, sino por otras razones que podrían agruparse en 2 procesos: la búsqueda de placer, búsqueda de una mayor capacidad de relación, presión social, la publicidad y la oferta, etc. Otras veces se acude al alcohol por curiosidad, por experimentar, conocer aquello que tan peligroso parece. Los factores genéticos y familiares también influyen.  Saludos Dr. Joel Rondón